sábado, 5 de marzo de 2016

EL PINTOR GEORGES DE LA TOUR; Observar la vida a la luz silenciosa de una vela


En la región de la Lorena, (disputada históricamente por Francia y Alemania) se guarda el misterio de la vida de un pintor, tan fascinante como extraño, con un estilo propio, apartado de la pintura europea del siglo XVII.
La obra de Georges de la Tour no es muy extensa y además está esparcida por diferentes museos de todo el mundo.
Sabemos poco de este artista, es muy probable que viviera un tiempo en Italia aunque no hay una documentación que lo asegure.
Lo que si podemos confirmar es que en 1617 había contraído matrimonio con una dama (Diana le Nerf) y se instalan en Luneville llevando una vida de bienestar y de nivel alto, ya que trabajó para personajes de la corte y de la burguesía alta de Francia.
Los temas más repetidos en La Tour son escenas religiosas y de género y en los dos casos se nota claramente la influencia de Caravaggio, aunque en este pintor el tema queda restringido a sus datos esenciales, todo tipo de anécdota queda excluida y también las arquitecturas, los paisajes, los accesorios de los santos, las alas de los ángeles…
Algunas obras representan escenas diurnas y en estas hay una luz fría y clara y una precisión en el retrato, mostrando toda la realidad del personaje



Sin embargo en las escenas nocturnas...


Casi siempre iluminadas por una vela, los colores se reducen a un diálogo entre los pardos y el bermellón y los volúmenes quedan reducidos a planos simples.
Ningún gesto ni movimiento viene a turbar el recogimiento de los personajes que parece que se encuentran replegados en sí mismos, absortos y reflexivos.


LA MAGADALENA PENITENTE
( Metropolitan Museum de Nueva York)
El arrepentimiento de Magdalena, fue uno de los temas preferidos de La Tour (hay varias versiones)
La versión de Nueva York, con la vela duplicada por el reflejo en el espejo es quizá la más intensamente poética.



Vemos a Magdalena como si estuviera reflexionando o tomando la decisión de cambiar de vida en un momento de intensa soledad.
Entre las manos acaricia una calavera, símbolo evidente de la vanitas, del desvanecimiento de todas las cosas del mundo.





Con un artificio compositivo, el pintor nos hace ver que Magdalena está mirando su propia imagen reflejada en el espejo, mientras nosotros sólo vemos la vela. Así la meditación se convierte en introspección y en el fondo del espejo se oculta la imagen interior.
En otras obras de La Tour podemos recordar a Vermeer de Delft, porque sólo ellos, entre todos los pintores europeos del siglo XVII, supieron dar el acento poético a escenas de la vida cotidiana.
Así también en la obra de la Tour: EL RECIÉN NACIDO (del museo de Bellas arte de Rennes) nos presenta una imagen que aunque podríamos pensar que es la Virgen con el Niño Jesús, en realidad se trata de una simple madre que mece delicadamente a su hijo recién nacido dormido.