En el mundo del arte cuando nace una amistad hay además un interés por difundir y mostrar conocimientos que son recibidos con ganas y con entusiasmo, ni más ni menos que con las ganas y el entusiasmo del que lo cuenta.
Hace unos años, en los cursos de verano de la Fundación Universidad Rey Juan Carlos, en Aranjuez conocí a una persona muy especial que vivía el arte y lo sentía de una forma que me despertó una gran admiración.
Esa persona, con la que nació una amistad y un entendimiento es Begoña, voluntaria en el Museo Thyssen por la que siento admiración.
Su trabajo y sus explicaciones dejan huella. Y sus investigaciones a muchos nos alimentan en otros trabajos como es el que hoy voy a reflejar.
La obra del pintor holandés Lucas Van Leyden “Los jugadores de cartas” que la realizó entre 1513-15,sale a la luz entre un ambiente de fuertes convulsiones políticas y religiosas.
HOLANDA, en 1500, estaba en plena actividad, con autores como Jan PROVOST (Brujas), Jacob van CORNELIUS (Amsterdam) y Jan MOSTAERT (Haarlem), en los que pesaba mucho la herencia de los primitivos.
Las nuevas formas se encontraron con tradiciones sólidamente cimentadas, gracias a la obras de los “primitivos”, mezclando el gusto por la representación de lo cotidiano con un marcado carácter realista y detallista, mediante una perfección técnica de dibujo y color, con las nuevas corrientes clasicistas del Renacimiento.
En esta obra se muestra a dos hombres y una mujer sentados en una mesa al aire libre, jugando a las cartas.
La mujer parece tener jugada su carta, una sota de picas, que está sobre la mesa. Parece mirar al hombre joven que muestra un rey de picas y cuya mirada se fija, a su vez, en el hombre de mayor edad que saca un ocho del mismo palo.
Varias monedas están esparcidas sobre la mesa, alrededor de las cartas.
Se juega con una seriedad que casi parece cómica y desproporcionada para este tipo de juegos.
Un juego de cartas podía ser utilizado para representar una disputa de amor y, en este caso, posiblemente, una competición entre el hombre joven y el viejo por conseguir el favor de una dama.
Ha habido una especulación acerca de la identidad de los personajes
los hombres: se ha querido ver en ellos, la representación de dos figuras históricas: el joven, CARLOS V; el de más edad, el cardenal WOLSEY.
la dama: las iniciales FM, bordadas sobre el escote de su vestido, podrían referirse a Filia Maximiliani, lo que la identificaría con MARGARITA DE AUSTRIA, hija del emperador Maximiliano de Austria.
quizá tenga un significado oculto, como toda la escena.
La flor de lis sobre el tapete, distintivo heráldico de la casa real francesa,
Puede que Lucas fuera testigo de este encuentro entre los dos hombres, pues en ese momento se encontraba trabajando en la ciudad de Brujas, tal vez, para tal acontecimiento y que la fecha probablemente cierta del cuadro sea la de 1521 y no anterior.
Estos cuadros pueden parecer, a simple vista, escenas de género, pero Lucas continúa la tradición medieval y con ellas lanza un mensaje alegórico y didáctico.
La mayoría de sus escenas de juego lo son de cartas, pues permitía un mayor número de jugadores que el ajedrez, que también trata en numerosas ocasiones, de 2 a 4, con el consiguiente número de espectadores o mirones (en España se llamaban pedagogos), que ofrecen sus consejos a cambio de compartir ganancias.
Las naipes fueron introducidos desde la India, en el siglo XIV, por los mercaderes musulmanes, y no se difunden entre el pueblo hasta que la imprenta consigue abaratar su precio. Hasta entonces, las cartas, realizadas en madera, pergamino, metal o papel, eran, sobre todo, objetos de prestigio social que los más poderosos encargaban “pintar y dorar” y las imágenes se consideraron un muestrario de los estamentos sociales: oros=burgueses y mercaderes; copas=clero; espadas=milicia; bastos=campesinos y obreros.
El coste de las barajas hizo que fueran de uso exclusivo entre la aristocracia, pero poco a poco, se extendieron entre las clases más bajas y el número de jugadores se fue incrementando rápidamente.
Muy pronto, sin embargo, las cartas fueron prohibidas, pues, como todos los juegos de azar, involucraban apuestas de dinero, a menudo completado con el juego de dados. Las apuestas llegaron a ser tan elevadas ( se apostaban armaduras de caballeros, crucifijos, esposas e hijos) que se castigaban con el pago de multas y la ausencia de la ciudad durante varias semanas.
Las autoridades religiosas condenaron los juegos de todo tipo: consideraron el juego como una invención del demonio y como algo que destruía la razón y hacía caer en la desgracia.
Debemos prestar atención a la presencia de las mujeres en las escenas de juego. Fue frecuente desde el siglo XV introducir a éstas en los juegos de azar. Sólo podían realizar mínimas apuestas y les estaban prohibidos determinados juegos. No el de las cartas.
En el Museo Thyssen hay otras obras notables que recogen el juego de cartas:
a.- “Fumadores en un interior”, realizada en 1637 por el pintor flamenco DAVID TENIERS, en la tradición estilística de escenas de género nórdicas.
b.- “La partida de naipes”, realizada en 1948-50, por el pintor francés BALTHUS, con el que su prueba cómo el juego fue motivo de inspiración para pintores a lo largo de la historia de la pintura, incluso hasta el siglo XX: dos jóvenes, un niño y una niña, juegan a las cartas en una sencilla habitación. En la pintura de Balthus las niñas son reinas, por ello, siempre aparecen como ganadoras, mientras que los chicos representan un papel secundario y, aunque aquí está dispuesto a hacer trampa para ganar, la sonrisa que ella esboza evidencia que será la triunfadora, del mismo modo que lo eran en las obras de Leyden.
Muchas gracias por todo, amiga Begoña.