lunes, 25 de mayo de 2009

Arthur Hughes, "Amor de Abril"



Hughes creó una imagen de gran frescura que John Ruskin, cuando la vio en el estudio del pintor, aún sin terminar (hacia 1855)se entusiasmó.
Poco después volvió con su padre al estudio del pintor para negociar con el artista y poder comprar el cuadro, pero desgraciadamente el trato no se llegó a cerrar, para desgracia de Hughes que andaba un poco mal de dinero, como la mayoría de los artistas jóvenes.
Al año siguiente este cuadro tuvo mucho éxito cuando se expuso en la Royal Academy, junto a unos versos del poema de Alfred Tennyson, "The Miller´s Daughter"(La Hija del Molinero)de 1833,dedicado a las penas de amor.
La pintura en realidad no se presentaba como una ilustración de los versos; de hecho el poema era un complemento al cuadro con el que establecía, de alguna manera, un juego sobre los sentimientos y la peleas de los enamorados.
La imagen de la joven está rodeada de bellísimos detalles: pétalos, hojas de hiedra, símbolos del amor y de la eternidad...




Y el efecto de la caída de la tela, casi de una nitidez fotográfica tiene el complemento perfecto en el foulard de gasa que sujeta con un gesto muy femenino


lunes, 18 de mayo de 2009

LOS JUGADORES DE CARTAS Lucas Van LEYDEN

En el mundo del arte cuando nace una amistad hay además un interés por difundir y mostrar conocimientos que son recibidos con ganas y con entusiasmo, ni más ni menos que con las ganas y el entusiasmo del que lo cuenta.
Hace unos años, en los cursos de verano de la Fundación Universidad Rey Juan Carlos, en Aranjuez conocí a una persona muy especial que vivía el arte y lo sentía de una forma que me despertó una gran admiración.
Esa persona, con la que nació una amistad y un entendimiento es Begoña, voluntaria en el Museo Thyssen por la que siento admiración.
Su trabajo y sus explicaciones dejan huella. Y sus investigaciones a muchos nos alimentan en otros trabajos como es el que hoy voy a reflejar.


La obra del pintor holandés Lucas Van Leyden “Los jugadores de cartas” que la realizó entre 1513-15,sale a la luz entre un ambiente de fuertes convulsiones políticas y religiosas.
HOLANDA, en 1500, estaba en plena actividad, con autores como Jan PROVOST (Brujas), Jacob van CORNELIUS (Amsterdam) y Jan MOSTAERT (Haarlem), en los que pesaba mucho la herencia de los primitivos.
Las nuevas formas se encontraron con tradiciones sólidamente cimentadas, gracias a la obras de los “primitivos”, mezclando el gusto por la representación de lo cotidiano con un marcado carácter realista y detallista, mediante una perfección técnica de dibujo y color, con las nuevas corrientes clasicistas del Renacimiento.

En esta obra se muestra a dos hombres y una mujer sentados en una mesa al aire libre, jugando a las cartas.
La mujer parece tener jugada su carta, una sota de picas, que está sobre la mesa. Parece mirar al hombre joven que muestra un rey de picas y cuya mirada se fija, a su vez, en el hombre de mayor edad que saca un ocho del mismo palo.

Varias monedas están esparcidas sobre la mesa, alrededor de las cartas.

Se juega con una seriedad que casi parece cómica y desproporcionada para este tipo de juegos.
Un juego de cartas podía ser utilizado para representar una disputa de amor y, en este caso, posiblemente, una competición entre el hombre joven y el viejo por conseguir el favor de una dama.


Ha habido una especulación acerca de la identidad de los personajes
los hombres: se ha querido ver en ellos, la representación de dos figuras históricas: el joven, CARLOS V; el de más edad, el cardenal WOLSEY.
la dama: las iniciales FM, bordadas sobre el escote de su vestido, podrían referirse a Filia Maximiliani, lo que la identificaría con MARGARITA DE AUSTRIA, hija del emperador Maximiliano de Austria.
quizá tenga un significado oculto, como toda la escena.
La flor de lis sobre el tapete, distintivo heráldico de la casa real francesa,
Puede que Lucas fuera testigo de este encuentro entre los dos hombres, pues en ese momento se encontraba trabajando en la ciudad de Brujas, tal vez, para tal acontecimiento y que la fecha probablemente cierta del cuadro sea la de 1521 y no anterior.
Estos cuadros pueden parecer, a simple vista, escenas de género, pero Lucas continúa la tradición medieval y con ellas lanza un mensaje alegórico y didáctico.

La mayoría de sus escenas de juego lo son de cartas, pues permitía un mayor número de jugadores que el ajedrez, que también trata en numerosas ocasiones, de 2 a 4, con el consiguiente número de espectadores o mirones (en España se llamaban pedagogos), que ofrecen sus consejos a cambio de compartir ganancias.

Las naipes fueron introducidos desde la India, en el siglo XIV, por los mercaderes musulmanes, y no se difunden entre el pueblo hasta que la imprenta consigue abaratar su precio. Hasta entonces, las cartas, realizadas en madera, pergamino, metal o papel, eran, sobre todo, objetos de prestigio social que los más poderosos encargaban “pintar y dorar” y las imágenes se consideraron un muestrario de los estamentos sociales: oros=burgueses y mercaderes; copas=clero; espadas=milicia; bastos=campesinos y obreros.

El coste de las barajas hizo que fueran de uso exclusivo entre la aristocracia, pero poco a poco, se extendieron entre las clases más bajas y el número de jugadores se fue incrementando rápidamente.

Muy pronto, sin embargo, las cartas fueron prohibidas, pues, como todos los juegos de azar, involucraban apuestas de dinero, a menudo completado con el juego de dados. Las apuestas llegaron a ser tan elevadas ( se apostaban armaduras de caballeros, crucifijos, esposas e hijos) que se castigaban con el pago de multas y la ausencia de la ciudad durante varias semanas.

Las autoridades religiosas condenaron los juegos de todo tipo: consideraron el juego como una invención del demonio y como algo que destruía la razón y hacía caer en la desgracia.

Debemos prestar atención a la presencia de las mujeres en las escenas de juego. Fue frecuente desde el siglo XV introducir a éstas en los juegos de azar. Sólo podían realizar mínimas apuestas y les estaban prohibidos determinados juegos. No el de las cartas.

En el Museo Thyssen hay otras obras notables que recogen el juego de cartas:

a.- “Fumadores en un interior”, realizada en 1637 por el pintor flamenco DAVID TENIERS, en la tradición estilística de escenas de género nórdicas.

b.- “La partida de naipes”, realizada en 1948-50, por el pintor francés BALTHUS, con el que su prueba cómo el juego fue motivo de inspiración para pintores a lo largo de la historia de la pintura, incluso hasta el siglo XX: dos jóvenes, un niño y una niña, juegan a las cartas en una sencilla habitación. En la pintura de Balthus las niñas son reinas, por ello, siempre aparecen como ganadoras, mientras que los chicos representan un papel secundario y, aunque aquí está dispuesto a hacer trampa para ganar, la sonrisa que ella esboza evidencia que será la triunfadora, del mismo modo que lo eran en las obras de Leyden.

Muchas gracias por todo, amiga Begoña.

sábado, 9 de mayo de 2009

El juego de naipes en el siglo XV

Giorgio Vasari en la primera edición de sus "vidas" consideró al fresco la más alta expresión de la pintura:
"De todas las modalidades que los pintores hacen, la pintura de muros es la de mayor maestría y belleza, porque consiste en hacer en un solo día sin retocar, lo que en otras modalidades se puede hacer en muchos días y retocando sobre lo trabajado. En la antigüedad era muy empleado el fresco, y los viejos modernos aún lo continúan haciendo. En este método se trabaja sobre la cal fresca, y no se deja nunca hasta que se ha terminado cuanto para este día hemos calculado trabajar. Porque al alargar el tiempo pintando, la cal forma una costra, ya sea por frío, calor, viento, o hielo, que enmohecen y manchan todo el trabajo. Y para que esto no suceda tienen que estar mojadas de continuo las paredes, y los colores que se emplean, tienen que ser de tierras y no minerales, y el blanco, tiene que ser de travertino cocido. Requiere aún una buena mano, resuelta y rápida, pero sobre todo un juicio seguro con autoridad total, porque los colores, mientras que está mojada la pared se muestran de una manera y secos de otro tono."



En la planta baja del palacio Borromeo de Milán hay unos frescos pintados durante la sexta década del siglo XV, cuyo autor no ha sido identificado.
En esta escena se ve a cinco personajes, vestidos elegantemente y con unos complicados peinados (señal de su elevada clase social) que se disponen a jugar una partida de naipes, el tarocchi,un juego muy difundido en Italia en el siglo XIV, importado desde el mundo islámico, donde ya se conocía desde el siglo XII.
Las cartas de lombardía, junto a las sarracenas eran una baraja compuesta de sesenta y ocho cartas de las cuales veintidós tenían figuras y cincuenta y seis estaban numeradas y divididas en cuatro palos: oros, copas, espadas y bastos.
Los juegos de cartas se volvieron ya muy populares entre la clase alta de la sociedad, y los artistas pintaban en las paredes de las estancias, escenas como la que podemos ver.

sábado, 2 de mayo de 2009

LA CUNA DE MORISOT

La presencia de la maternidad en el mundo de la pintura, a propósito de la celebración del día de la madre ,me lleva casi sin darme cuenta a una obra de una pintora impresionista, Berthe Morisot.



Dentro del movimiento impresionista la presencia de las mujeres fue casi ignorada por los críticos de arte y no del todo considerada por el resto del grupo. Pero sería injusto dejar de lado la presencia de verdaderas artistas como Berthe Morisot, Mary Cassat, Marie Bracquemond y Eva Gonzales.
La primera exposición impresionista fue en 1874 y ya en ella encontramos la presencia de Berthe Morisot
La obra de Berthe Morisot contiene escenas intimistas ,el cuadro titulado “La cuna” (1872-Museo de Orsay), nos deja ver un mundo sereno. La Cuna, sin duda alguna, el cuadro más famoso de Berthe Morisot, fue pintado en 1872, en París. La artista representa en él a una de sus hermanas, Edma, velando por el sueño de su hija, Blanche. Es la primera aparición de una imagen de maternidad en la obra de Morisot.

Como otros pintores del grupo mostró preferencia por los visillos de muselina o gasa, que actuaban como filtro transparente para la luz del sol, tan importante en estas pinturas.



La mirada de la madre, la línea de su brazo izquierdo doblado, al que hace frente el brazo también plegado del niño, los ojos cerrados del bebé, dibujan una diagonal que resalta todavía más el movimiento de la cortina en el fondo. Esta diagonal relaciona la madre con su hijo. El gesto de Edma, que corre el visillo de la cuna entre el espectador y el bebé, intensifica todavía más el sentimiento de intimidad y de amor protector expresado en el cuadro.



El cuadro puede que no tuviera mucha repercusión, pero importantes críticos subrayaron, sin embargo, su gracia y elegancia. Tras haber intentado venderlo, sin éxito, Morisot no lo mostrará más y La Cuna permanecerá en la familia del modelo hasta su adquisición por el museo del Louvre en 1930.


Sus mujeres se distinguían por tener un cierto aire “chic” parisino, dado que ella misma era cuidadosa de su persona y coqueta.
Los detalles de la vestimenta no fueron olvidados ni aún en las escenas de exteriores, donde hasta el vuelo de las cintas de un sombrero daban el toque personal a sus obras.