miércoles, 20 de noviembre de 2013

AZORÍN Y EL ARTE


Intentado hacer una aportación digna al homenaje  a Azorín que se celebra en estos días en Aranjuez he recorrido con admiración algunas relaciones que Azorín pudo tener con el mundo del arte.



Cuando comencé a indagar sobre este tema y me fui metiendo en la vida de Azorín  mi búsqueda fue apasionante porque no solo encontré comentarios, críticas, ensayos…sino que pude captar las sensaciones y valoraciones que Azorín hacía de algunas obras y cuando me puse a ordenar todo aquello que había aprendido hice una selección de artistas que por muchas razones a mí también me interesaban y después de descubrir las opiniones de Azorín me interesaron mucho más.
EN ESTA ENTRADA A MI BLOG SOLO VOY A DESCRIBIR LAS SENSACIONES ANTE LOS COMENTARIOS DE AZORÍN ANTE LA OBRA DE VELÁZQUEZ 



Velázquez


Para Azorín, Velázquez era el más realista de los pintores y en consecuencia el máximo exponente del arte nacional en lo que este tenía de realismo.

En un artículo “el arte nacional” Azorín veía así el realismo castizo de Velázquez:

“Es un estampa que reproduce un cuadro de Velázquez, Pero es un cuadro desconocido, maravilloso que no figura en los libros que se han escrito sobre el maestro, ni ha sido divulgado por la fotografía. Se trata de cuatro efigies de castizos pícaros españoles; dos de ellos_ viejos amigos nuestros_ los conocemos por el lienzo de los Borrachos.



Con Velázquez empezó Azorín la serie de artículos “Amigos del Museo”, una corta serie de artículos publicados en Blanco y negro entre noviembre de 1905 y enero de 1906. Estos artículos constituyen el más literal ejemplo de Azorín como escritor de cuadros.

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Miguel Ángel Lozano en un artículo sobre las colaboraciones de Azorín en Blanco y Negro localiza los artículos que he mencionado antes dentro de la mejor época del escritor.

El artículo de D. José Nieto es el único que está en el volumen España, el resto aparecen en el libro de Azorín llamado “En Lontananza”, recopilación que hizo García Mercadal en 1963.





En la estética azoriniana hay un lugar para el misterio, ese misterio que provocan las puertas entreabiertas en el cuadro de las Meninas donde el aposentador de palacio, D. José Nieto es tratado como el buen castellano en el que Azorín imagina y fantasea sobre la vida de este hombre

Ese hombre que aparece con la puerta entreabierta como si estuviera entre dos mundos, el de la realidad delante de él y el del ensueño a sus espaldas.

Azorín descubre en esta figura la perspectiva espiritual que completa la perspectiva física que tan maravillosamente supo sugerir Velázquez en sus cuadros.

Azorín en el artículo imagina que entra en el estudio del pintor y conversa con él sobre la perspectiva espiritual y ambos fijan su atención en el personaje del fondo que sube unas escaleras y Velázquez le pregunta a Azorín si cree que con esa figura ha conseguido plasmar esa segunda perspectiva  en las Meninas.




Azorín dice: “las Meninas es una pintura dentro de una pintura en la que se representa el mismo arte de pintar” así el pintor se introduce dentro del cuadro y los reyes, verdaderos protagonistas están fuera de él junto al espectador y solo aparecen reflejados en una pequeña parte del lienzo.

Algo así ocurre en las novelas de Azorín, novelas sobre la propia creación literaria que suponen para el autor un propio viaje de autorrealización, de descubrimiento de si mismo.

Azorín alude al principio del artículo a la disposición de las figuras en el cuadro en el momento que el pintor va a empezar a pintar, pero no las describe desde el punto de vista del espectador sino desde el punto de vista del propio Velázquez que se dirige al propio José Nieto para decirle donde debe colocarse, pero Azorín se fija más en el misterio del personaje de la puerta y entabla Azorín un dialogo con el lector del artículo

 

¿Quién es este D. José? ¿Qué hace? ¿Dónde vive?

Pero no es la historia del personaje lo que le interesa sino su carácter quizá colérico e irascible capaz de tirar por una ventana a una dueña o a un enano y Azorín emplea ahora un futuro de probabilidad….quizá, es posible, tal vez

Lo más interesante es ese contraste es la quietud y la calma que muestra el retrato y el carácter colérico que le atribuye Azorín.
CONTINUARÁ....

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pilar:
Hablando de realismo, contemplo con cierta ensoñación los cuadros de Velázquez y es tanta la realidad que atisbo que me sumerjo en el sueño del cuadro El almuerzo: los personajes, el pan, los mejillones, las granadas, el cuchillo y el vino, ¡ay, el vino!, casi lo huelo y, como en Las Meninas, me veo en el cuadro y saludo al chaval que levanta la frasca del vino, ese mismo modelo que acompaña a la Vieja, friendo huevos y me traslado a la Sevilla del siglo XVII y me acuclillo en el Patio de Monipodio. Sí, también yo puedo temblar y percibir la emoción de la perspectiva espiritual. Y en ese ámbito de objetivación interior, sentirme parte no solo moral, sino poética de aquel estar en un mundo que tiende a perpetuarse: aún siguen correteando por ahí Rinconete y Cortadillo.
Gracias, Pilar, muchas gracias por esta entrada tan singular a los 100 años de Azorín en Aranjuez.
Un beso,
Cecilio