martes, 28 de abril de 2009

El jardín de Felipe II en Aranjuez






El río Tajo, que con su nombre indica el corte que hace en la meseta, crea una terraza en la que se abriga un clima especial que combinado con el arte da lugar a un prodigio en el páramo castellano: los jardines de Aranjuez.

Los jardines de Aranjuez son el fruto del paso de culturas y épocas que con cierta complicidad con el Tajo han ido creando un espacio donde los hombres han podido encontrar la imagen ideal del mundo.

Por Aranjuez pasaron culturas que dejaron su huella en la orilla del río. Pero es en la Edad Media cuando la Orden de Santiago, con sede en Ocaña, declara mesa maestral, para su manutención, a la dehesa de Alpagés, levantando en 1387 un palacio en el heredamiento de Gonzalo Chacón, en el meandro del río, el canal de azud y los huertos, para recreo de los caballeros.



Con los Reyes Católicos toma la forma de jardín el paisaje frondoso por el que gustaba pasear la reina Isabel, hasta tal punto que se llamará Isla de la Reina.



Carlos I quedó cautivado de las riquezas de este paisaje y aumentará el Bosque hasta tal punto que cuando sube al poder su hijo Felipe II le dará a este jardín de jardines un prestigio y una dedicación que lo transformarán en una obra de arte.
Felipe II con Juan Bautista de Toledo, Juan de Herrera, Gaspar de Vega y Jerónimo Algora, son los verdaderos creadores del jardín de la Isla, jardín renacentista que guarda ecos de tradición flamenca e hispano-árabe.
Pero Felipe II estaba buscando una síntesis en el jardín de su palacio y sus colaboradores trazaron un jardín en recuadros rectangulares adaptados a la forma natural del lugar.




Desde el año 1563 se comenzaron a construir algunas fuentes con “pilas de ladrillo, cañas de plomo, paredillas y suelos de azulejo”. Dándose al año siguiente “nueva y más graciosa forma; con calles y cuarteles para flores”

La nota hispano-árabe eran las plantaciones florales que se colocaron a voleo para conseguir agua de olor destilada al pie del jardín de la Isla.



En una de las cartas que Felipe II escribió a sus hijas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela se refiere al “junquillo* amarillo que os llevaron de Aranjuez...”
El rey amaba las rosas con las que se formaron setos en la Isla y especialmente la mosqueta (rosa con la parte central amarilla). Mandó que le enviaran limoneros, naranjos, jazmines y murtas* de Sevilla, Málaga y Valencia, que se guardaban en un invernadero llamado “naranjería” durante los fríos


En la actualidad sólo queda del jardín de Felipe II el que conocemos como “jardín del rey” situado en la esquina suroriental del palacio donde los setos de boj* dibujan un jardín de crucero con una fuente de jaspe* en el centro.

Quizás este concepto de jardín cerrado marcado por concepciones geométricas representa un jardín secreto, un “hortus conclusus” que muestra la imagen que se inspiró en el pasaje del Cantar de los Cantares que dice así:

“ERES JARDÍN CERCADO, HERMANA MÍA, ESPOSA;
ERES JARDÍN CERCADO, FUENTE SELLADA...”





Felipe II fue el creador de esa esencia que envuelve al visitante del jardín y a la vez se percibe la mesura y discreción que lo unifican.

lunes, 20 de abril de 2009

LA ESCENA DEL JARDÍN


En el siglo XVIII el jardín asume el aspecto de un vasto escenario vegetal en el que se producen encuentros galantes y magníficas fiestas.
El jardín se convierte en un auténtico escenario que sirve de trasfondo a las convenciones sociales y a la alta sociedad un espacio escenográfico en el que se mezclan galerías, terrazas, escalinatas...
Los artificios teatrales y los juegos de perspectiva crean ilusiones en un espacio ilimitado, incluso en presencia de una extensión considerable como es el caso del jardín de la Isla en Aranjuez.


En 1756, Francesco Battaglioli pintó una de estas escenas de los jardines de Aranjuez que mostraba como un jardín real estaba concebido como lugar escenográfico en el que era posible realizar magníficas fiestas.

Todos los elementos del jardín estaban decorados para acoger al rey Fernando VI y a su esposa, la reina Bárbara de Braganza con la corte que les acompañaba para celebrar las fiestas y celebraciones.

sábado, 11 de abril de 2009

PIEDAD



En muchas interpretaciones iconográficas del Descendimiento y del Llanto o Duelo, María pierde el sentido y se desvanece.
Pero cuando llega el momento en que es consciente de la muerte del Hijo,llega La Piedad.
La Piedad, iconográficamente es una interpretación de la desesperación íntima, solitaria, inconsolable de María, que tiene sobre las rodillas por última vez al Hijo muerto antes de entregarlo a José de Arimatea y a Nicodemo para que lo entierren.
Este tema no tiene referencia ni en los evangelios canónicos ni en los evangelios apócrifos, sino que deriva de la experiencia humana.



El tema ha sido interpretado por muchos artistas pero la Piedad por antonomasia la esculpió Miguel Angel.


La Virgen tiene un rostro juvenil. Quizá Miguel Ángel que era un atento lector de Dante quiso ilustrar el verso de La Divina Comedia: " Virgen madre, hija de tu Hijo..."


La lasitud de Cristo, a quien la Virgen tiene sobre las rodillas reproduce el modelo tradicional de la escultura alemana.



Hay un gran realismo en el tratamiento de la carne de Cristo que aparece sin vida, contrastando con la fuerza de la mano de María que sujeta con angustia a su hijo que parece que se va escurriendo hacia abajo.
Centrando la atención en la figura de María, La Piedad puede considerarse el correlato figurativo de Stabat Mater de Pergolesi en la música sacra y en Jacopone da Todi encontramos el paralelo literario.

jueves, 9 de abril de 2009

LA ÚLTIMA CENA - SALVADOR DALÍ y la proporción áurea.

La secuencia de los episodios que van desde la entrada de Jesús en Jerusalén hasta la Resurrección, constituye el repertorio más amplio de temas religiosos, pero también un tema general en sí.
Empecé el comentario iconográfico de esta secuencia el domingo de Ramos con el comentario de la obra del Giotto, y hoy continúo con la Última Cena de Salvador Dalí.


Hay muchas interpretaciones en la historia del arte sobre este tema que se conmemora la noche del jueves santo y cuyas fuentes iconográficas están en los evangelios canónicos.
En estos Evangelios Marcos y Lucas, evangelistas, describen un lugar confortable, una gran habitación …y eso ha dado pie a los artistas a representar de muy diversas maneras una sala lujosa en la que se celebró la Última Cena.
La mayoría de los artistas han sabido extraer de las fuentes escritas en los evangelios al menos tres grandes temas, con distintas variantes.
Estos tres temas son:
1) El tema dinámico y dramático del anuncio de la traición con las diferentes reacciones de los apóstoles.

2) El tema místico y solemne de la institución del sacramento de la Eucaristía,que correspondería a la obra de Salvador Dalí.

3) El tema melancólico del adiós de los apóstoles

Salvador Dalí en 1955, pintó La Última Cena de Jesucristo con sus Apóstoles que se encuentra hoy en la National Gallery of Art – Washington. Y lo hace colocando la escena en el interior de un dodecaedro.
Doce son las caras pentagonales del dodecaedro y doce fueron los Apóstoles. Las proporciones que rigen esta composición se rigen por el número de oro. El dodecaedro era el símbolo platónico del Universo, ya que en él se pueden inscribir los otros cuatro poliedros regulares que, decían los Pitagóricos, corresponden a los cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego) presentes a su vez varias veces en los pentágonos regulares.




Si se unen los centros de las caras de un dodecaedro entre sí, se forman tres rectángulos cuyas proporciones son las del número áureo.

Muchos estudios psicológicos han intentado determinar si la Proporción Áurea es la proporción existente más agradable desde un punto de vista estético y se ha llegado a demostrar que la utilizaron los creadores de las pirámides y del Partenón.
La proporción áurea se encuentra alrededor de nosotros en todo momento. Se considera la relación matemática de la belleza (por raro que parezca) y ha sido utilizada en obras artísticas de todo tipo.
En esta obra de Salvador Dalí la proporción áurea ha sido representada.


Salvador Dalí

sábado, 4 de abril de 2009

Domingo de Ramos. La entrada de Jesús a Jerusalén, de GIOTTO





Con el recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalem comenzaremos la Semana Santa.

Los artistas han realizado grandes obras para rememorar la pasión y muerte de Jesús, sobre todo en el campo de la pintura, la escultura y la música.





La pintura de Giotto di Bondone que se encuentra en la capilla Scrovegni muestra, en el extremo izquierdo a los apóstoles –entre los que se identifica, por los cabellos y barba blancos, a san Pedro– siguiendo a Jesucristo, que, vestido con una simple túnica roja y supongo que descalzo, bendice con la mano derecha, mientras que, con la izquierda, toma las riendas de la burra que cabalga.
Frente a él,varias persona colocan, en señal de honor, sus pertenencias en el suelo y una mujer junta sus manos y cubre su cabeza con su manto para adorar al Señor.
En segundo plano, dos niños subidos a sendos árboles y,diversos personajes –entre los que se encuentran judíos– que observan y comentan el acontecimiento frente a la puerta de una ciudad amurallada.


Giotto adoptó el lenguaje visual de la escultura al darles volumen y peso a las figuras que representaba.
Con sus composiciones , Giotto es el gran iniciador del espacio tridimensional en la pintura europea, tratando con un nuevo espíritu los temas religiosos que dominaron el arte medieval.
Su estilo se caracteriza por reflejar la emoción humana y una carga de todo lo que es importante para el ser humano.

Giotto fue capaz de crear impresionantes imágenes de gente y personas en crisis y hombres en los que se percibe claramente que están tomando decisiones espirituales. Los pintores modernos, encuentran en él una forma de aproximación al espíritu humano.
Esta característica es intemporal y ha seguido siendo válida para todas las épocas posteriores a la suya.





Las fuentes iconográficas nos dicen, desde el Codex Purpureus Rossanensis –escrito en Constantinopla o en Antioquía durante el tercer cuarto del siglo VI –,que la dirección de los discípulos, que actúan de comitiva, y la de los habitantes de Jerusalén es contrapuesta, con lo que todo converge en la figura de Jesús.
Esta escena aparece narrada tanto en los Evangelios sinópticos (Mt. 21, 1-11; Mc. 11, 1-10 y Lc. 19, 29-40), así como en el de san Juan (12, 12-19); sin embargo, que Jesús vaya montado en una burra lo aproxima a la fuente de san Mateo y de san Juan, que interpretan literalmente una profecía mesiánica de Zacarías (Zach. 9:9).


El festejo que hacen los habitantes de Jerusalén está tomado de las Actas de Pilato o Evangelio apócrifo de Nicodemo, en donde se dice que «los niños de los hebreos iban clamando con ramos en sus manos, mientras otros extendían sus vestiduras en el suelo".

La entrada de Jesús en Jerusalén se representa de esta manera,desde sus inicios,porque es una asimilación, por parte del arte cristiano, de la iconografía imperial derivada del ritual helenístico y romano del soberano visitando una plaza de su imperio o una ciudad conquistada.
El hecho de arrojar vestiduras y objetos de valor en el camino seguido por Jesús era un gesto de honor al rey ungido (II Re. 9, 13).
Las representaciones más antiguas de la entrada de Cristo en Jerusalén estarían fechadas alrededor del siglo IV y están influidas no sólo por la liturgia del Domingo de Ramos, sino también por el significado simbólico de la ciudad de Jerusalén.
Jerusalen era el centro de las grandes festividades, que tenían lugar en el Templo de Salomón, también se consideraba la ciudad eterna, la Jerusalén Celeste de la cristiandad.