domingo, 24 de marzo de 2013

Domingo de Ramos. Iconografía del comienzo de la Pasión


La representación de la entrada de Jesús a Jerusalem de Giotto di Bondone que se encuentra en la capilla Scrovegni muestra, en el extremo izquierdo a los apóstoles –entre los que se identifica, por los cabellos y barba blancos, a san Pedro– siguiendo a Jesucristo, que, vestido con una simple túnica roja y supongo que descalzo, bendice con la mano derecha, mientras que, con la izquierda, toma las riendas de la burra que cabalga.


Frente a él,varias persona colocan, en señal de honor, sus pertenencias en el suelo y una mujer junta sus manos y cubre su cabeza con su manto para adorar al Señor.
En segundo plano, dos niños subidos a sendos árboles y,diversos personajes –entre los que se encuentran judíos– que observan y comentan el acontecimiento frente a la puerta de una ciudad amurallada.


Giotto adoptó el lenguaje visual de la escultura al darles volumen y peso a las figuras que representaba.
Con sus composiciones , Giotto es el gran iniciador del espacio tridimensional en la pintura europea, tratando con un nuevo espíritu los temas religiosos que dominaron el arte medieval.
Su estilo se caracteriza por reflejar la emoción humana y una carga de todo lo que es importante para el ser humano.

Giotto fue capaz de crear impresionantes imágenes de gente y personas en crisis y hombres en los que se percibe claramente que están tomando decisiones espirituales. Los pintores modernos, encuentran en él una forma de aproximación al espíritu humano.




Esta característica es intemporal y ha seguido siendo válida para todas las épocas posteriores a la suya.




Las fuentes iconográficas nos dicen, desde el Codex Purpureus Rossanensis –escrito en Constantinopla o en Antioquía durante el tercer cuarto del siglo VI –,que la dirección de los discípulos, que actúan de comitiva, y la de los habitantes de Jerusalén es contrapuesta, con lo que todo converge en la figura de Jesús.
Esta escena aparece narrada tanto en los Evangelios sinópticos (Mt. 21, 1-11; Mc. 11, 1-10 y Lc. 19, 29-40), así como en el de san Juan (12, 12-19); sin embargo, que Jesús vaya montado en una burra lo aproxima a la fuente de san Mateo y de san Juan, que interpretan literalmente una profecía mesiánica de Zacarías (Zach. 9:9).


El festejo que hacen los habitantes de Jerusalem está tomado de las Actas de Pilato o Evangelio apócrifo de Nicodemo, en donde se dice que «los niños de los hebreos iban clamando con ramos en sus manos, mientras otros extendían sus vestiduras en el suelo".

La entrada de Jesús en Jerusalén se representa de esta manera,desde sus inicios,porque es una asimilación, por parte del arte cristiano, de la iconografía imperial derivada del ritual helenístico y romano del soberano visitando una plaza de su imperio o una ciudad conquistada.
El hecho de arrojar vestiduras y objetos de valor en el camino seguido por Jesús era un gesto de honor al rey ungido (II Re. 9, 13).
Las representaciones más antiguas de la entrada de Cristo en Jerusalén estarían fechadas alrededor del siglo IV y están influidas no sólo por la liturgia del Domingo de Ramos, sino también por el significado simbólico de la ciudad de Jerusalén.
Jerusalen era el centro de las grandes festividades, que tenían lugar en el Templo de Salomón, también se consideraba la ciudad eterna, la Jerusalén Celeste de la cristiandad.

6 comentarios:

PACO HIDALGO dijo...

Estupendo post, donde se narra la representación gráfica del Domingo de Pasión. Un cordial saludo y feliz Semana Santa.

Pilar Álamo dijo...

Gracias Paco.Cogeremos energías para acabar este curso.

mangeles dijo...

Precioso..y muy interesante. Me alegro de ver que sigues con mucha fuerza y la misma alegría. Un besazo

Anónimo dijo...

Pilar:
Cuando yo era niño, en Aranjuez se cantaba algo parecido a esto: —Domingo de ramos, el que no estrene, no tiene manos— ¡cuántos niños inocentes perdieron su manos! Cómo cambian los tiempos, ¿qué cantaríamos hoy? Tal vez un nuevo Giotto, con una buena cámara, ¡para qué los pinceles!, nos contaría nuevas historias de Cristo entrando en Jerusalén.
Gracias pues al arte y a la historia y, ¡cómo no!, gracias a ti, Pilar, que puedes ilustrarnos y, al mismo tiempo, conmovernos con el idealismo naturalista de lo clásico.
Y no lo olvides, si el Domingo de Ramos no estrenaste nada, posiblemente hoy no tengas manos. No obstante, si «La mirada es quien crea, / Por el amor, el mundo,» —dijo Luis Cernuda—, mírate las manos y, ¡nuevo milagro!, ahí están para señalarlos el rumbo de la belleza.
Un abrazo,
Cecilio

Pilar Álamo dijo...

Muchas gracias por tus palabras Cecilio.Un abrazo enorme.

Pilar Álamo dijo...

Mangeles, querida amiga, muchas gracias.