
Una elegante línea geométrica formada con el perfil de este joven desnudo se recorta sobre el mar sin separarse espiritualmente de él.
Aquí no hay contemplación de la naturaleza sino recogimiento y compenetración con ella.
El muchacho, recogido sobre sí mismo, parece transmitir su deseo de cerrarse al mundo exterior.
La desnudez acentúa la sensación de que está en profundo contacto con el mundo que le rodea y a la vez le permite concentrarse y escuchar su voz interior.
Esta obra de Hippolyte Flandrin deja ver la influencia de su maestro Ingres en la perfección formal del desnudo. Pero este artista poseía un genio personal que podía dejar ver la capacidad de transmitir la desazón del joven.
En infinita soledad, a orillas del mar, se puede sentir la necesidad de superar ese mar y advertir la ausencia de cualquier tipo de vida, aunque oigamos el rumor de las olas, el silbido del viento y el movimiento de las nubes…

Retrato del autor con acompañante