lunes, 22 de agosto de 2011

El estanque de los Chinescos en el jardín del Príncipe.




Hace doscientos años, el 22 de agosto de 1811, moría Juan de Villanueva, arquitecto español y un importante representante de la arquitectura neoclásica en España.
Con este comentario sobre una de sus obras en Aranjuez, me gustaría dejar un sencillo recuerdo y respeto hacia un artista-arquitecto que dejó su obra en Aranjuez y ha servido de modelo en muchas obras de la ciudad.
En los años inmediatamente anteriores a la Revolución Francesa (1789), Juan de Villanueva y el jardinero Pablo Boutelou tuvieron un acercamiento artístico muy interesante y fértil.. En 1784, se acababa de inaugurar la primera parte del Jardín del Príncipe, cuando se decidió crear un estanque al estilo de los jardines ingleses, que en esos momentos estaba tan de moda.
Seguramente que Boutelou contaba a Villanueva sus viajes por Francia e Inglaterra y le mostraba los libros y grabados con los trazados de jardines que podrían servir para inspirar el nuevos proyecto.
Villanueva ya habia demostrado ser un admirador de la arquitectura inglesa y del paisajismo romántico y estaba dispuesto a romper con ese respeto a la simetría y clasicismo clásico que habia aplicado en los trabajos de jardinería de la Casitas del Príncipe y del Infante en el Escorial.
En el Jardín del Príncipe las condiciones eran distintas ya que no existía una arquitectura de referencia, tan solo un número elevado de árboles del antiguo soto y el río Tajo, algo más al norte.


Villanueva iba a dibujar unas líneas onduladas, casi mágicas, que iban a delimitar el estanque y que le iban a dar el título de paisajista.


En las láminas que le había proporcionado Boutelou había numerosos templos circularas que en general coronaban suaves colinas, es muy probable que Villanueva tuviera una especial atención con el templo de la Sibila en Tívoli, en el impresinante paraje de las cataratas de Aniene.





El proyecto ya estaba en marcha, diseñó un templete jónico con cúpula emplomada, columnas de mármol de fuste nego y basa y capitel blancos para sugerir un interesante contraste.


Los arquitrabes y pedestales serían de piedra de Consuegra y Toledo y todo estaría coronado por un dragón de plomo y revestido de pátina dorada que desapareció años más tarde cuando los franceses invadieron España.


En 1805, cuando gran parte de las obras de arte de la Colección de la Reina Cristina de Suecia se trajeron a Aranjuez para decorar la casita del Labrador y el jardín, se colocaron sobre los pedestales del templete unas estatuillas egipcias que seguramente desaparecieron y tomaron el mismo camino que el dragón que coronaba la cúpula del templete.
En el estanque también situó Villanueva una pagoda chinesca que quedó arrasada por una fuerte tormenta que hubo en 1843, y se restauró un año más tarde con un clarísimo estilo neo-gótico.

El tema de los chinescos se había extendido por Europa desde Inglaterra transformando muchos de los jardines barrocos en nuevos escenarios de arquitecturas exóticas, quizás también por la influencia de los gustos por viajar a lejanos países.



La figura clave en este asunto de difundir el gusto por los chinescos fue el arquitecto de origen escocés,pero nacido en Suecia, Sir William Chambers. Viajó muy joven a China y de regreso entraría en contacto con el Príncipe de Gales llegando a ser Arquitecto del Príncipe , cargo muy similar al de Villanueva con el Príncipe de Asturias.
Chambers, a partir de ese momento empieza a realizar las arquitecturas de Kew gardens, con la conocida pagoda de diez alturas, que ha sido un verdadero modelo a seguir en numerosas obras de la historia del arte.





En Aranjuez, el estanque de los chinescos es una muestra de admiración a la arquitectura de Chambers. La pagoda, el obelisco egipcio,el rústico cenotafio,el templete neo-romano son una muestra de la influencia de Chambers en Aranjuez ydel maás bello testimonio que nos pudo dejar Juan de Villanueva en el jardín del Príncipe.

viernes, 12 de agosto de 2011

REYNOLDS y el retrato infantil de MISS BOWLES CON SU PERRO (1775)



La Revolución industrial inglesa de la segunda mitad del siglo XVIII cambió de una manera significativa el orden social y estableció una nueva relación entre la burguesía y el arte.

La clase media fue la que encargaba ahora los retratos a los artistas y estos vieron abierto un camino para mostrar su estilo de una manera más libre y menos comprometida que los artistas que anteriores.
Dos artistas marcaron unas pautas en el retrato inglés de esta época:
Joshua Reynolds (1723-1792) y Thomas Gainsborough (1727-1788). Los dos artistas fueron muy apreciados y solicitados por la burguesía, que perseguía la apariencia de aristrocacia a base de encargos de retratos, celebración de fiestas y un sin fin de actos que les iban introduciendo en una clase social que ellos mismos estaban creando y a la vez modelando con unos gustos a veces de dudosa elegancia.
Pero... para eso están los artistas, que de una u otra manera deben realizar las obras con dignidad utilizando su "genio".
Quizá, cautivada por el tratamiento que hizo Reynols del retrato infantil, voy a analizar una obra amable, llena de ternura que puede llevar al espectador a sentir algo especial hacia la infancia, que incluso le llegue a arrancar una sonrisa silenciosa mientras la contempla.

MISS BOWLES CON SU PERRO (1775)









Reynols fue insuperable en las cautivadoras representaciones de niños en sus retratos.
La fantasía, la ligereza del toque,la sabia dosificación de la luz y la risueña frescura en la mirada de la niña son una alternativa en los retratos de los aristrócatas empaquetados en sus ropas rígidas y sin soltura.
Pero no queda todo en la niña, el perro es tan protagonista como ella...quizá está pidiendo una ayuda para salir de esos bracitos que con cariño están dejándole casi sin poder coger aire.


La figura del perro es la mejor iconografía de la fidelidad, del no abandonar corriendo y dejar sola a la persona que le está apretando con la inocencia graciosa
que se delata en el brillo de los ojos y el gesto de la boca.



En este retrato, además se puede apreciar el romanticismo, en un paisaje un tanto fantástico y algo misterioso, que desde luego queda en segundo orden porque la niña y el perro son los auténticos protagonistas.

Son muchos los retratos que en la Historia del Arte ha despertado el interés de los que los han contemplado, pero sentirse cautivado por un retrato no es tan fácil, en realidad es cuestión de encontrar tras ese retrato la mano de un genio que se aleja de lo vulgar y limitado para mostrar la dignidad del personaje, como es el caso de esta obra que os he comentado.

Os invito a ver otro retrato infantil, en este caso de Picasso, que podría completar
este comentario
viernes 1 de agosto de 2008
Picasso, Olga y Paul
Publicado por Pilar Álamo